Dislexia sin Complejos

jueves, marzo 15, 2012

La dislexia y la hormiga

Ya dejábamos caer la semana pasada, a propósito del cuento de los tres cerditos, una velada referencia a otro cuento, más bien una fábula, escrita inicialmente por Esopo: la cigarra y la hormiga. En la versión original del fabulista griego, la hormiga se compadece de una ociosa cigarra y le da unos granos de arroz a la vez que le advierte que debe ser previsora. Cuando de la Fontaine y Samaniego la reescribieron posteriormente, la hormiga dejó de ser generosa y pasó a  convertirse en un ser más realista, acorde con sus tiempos, negándole cualquier ayuda a la cigarra. Esta fábula, contada y recontada en prácticamente todas las aulas de todas las escuelas de primaria del mundo, nos pinta una laboriosa y trabajadora hormiga y una ociosa y despreocupada cigarra. La laboriosidad de la hormiga queda fuera de toda duda; es más, estos simpáticos animalillos han sido en más de una ocasión protagonistas en este blog, hasta el punto de tener su propio tag. Pero, y como hacíamos referencia en la entrada anterior, el denominado inconsciente colectivo de Jung, ese que se alimenta de las fábulas, cuentos, costumbres, dimes y diretes de la propia sociedad, crea arquetipos muy difíciles de desmontar luego. Y esto afecta a la cigarra.
Asociar dislexia a hormiga en los términos que lo hace el título de la entrada resulta un tanto peligroso. La cigarra y la hormiga está grabado de tal forma en nuestro cerebro que la ecuación:

si cigarra = ociosidad y hormiga = laboriosidad

anteponer algo a hormiga llevará a nuestro subconsciente colectivo a asociarlo con ociosidad o vaguería; es decir: 

si cigarra = ociosidad y dislexia = cigarra 

el resultado parece bastante claro: dislexia = ociosidad o vaguería.

Pero el título lo hemos elegido deliberadamente porque, al igual que al disléxico se le tacha injustamente con frecuencia de tonto y de vago, no siéndolo, lo mismo se hace con la cigarra no siendo tampoco un insecto ocioso. De que Esopo, de la Fontaine y Samaniego carecían de conocimientos entomológicos apropiados, la fábula de la cigarra y la hormiga es un buen ejemplo.
Tal y como podemos leer en el blog El Naturalista, la verdadera historia de la cigarra y la hormiga es muy diferente, ya que la cigarra se alimenta de la savia de las plantas cuya pared consigue taladrar con su poderoso "pico". El olor dulzón de la savia que rezuma atrae a las hormigas que comienzan a reunirse en torno a la cigarra, deseosas por sorber si quiera una gota del azucarado líquido que hace surtir lo que para ellas es un insecto colosal y virtualmente inatacable. Se arremolinan, trepan sobre la cigarra, le intentan mover las patas para acceder a la savia, y la molestan tanto que al final seguramente acabará marchándose de un vuelo y buscando otra rama en donde practicar otro sondeo para seguir alimentándose mientras con sus patas emite ese característico "canto" que las delata.
Pero es más, en el foro de LAMARABUNTA.ORG, podéis encontrar toda una descripción del ataque de las hormigas a las recién debutadas cigarras para la vida adulta.

Va siendo hora de poner a las cigarras y a las hormigas en su sitio, como va siendo hora de dejar de asociar dislexia con vaguería u otras cosas porque, y en la dislexia es importante, ese inconsciente colectivo que ha venido alimentándose de absurdos y erróneos tópicos, solo sirve para hacer mucho daño a las personas disléxicas o con dislexia.


Volveremos sobre las cigarras, en concreto sobre las denominadas cigarras periódicas, por representar un acertijo matemático de lo más curioso, ya que sus ciclos de vida, los más largos entre los insectos, se rigen por los números primos 13 y 17, ¿por qué?

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