Dislexia sin Complejos

jueves, junio 24, 2010

Uomo senza lettere

Cuando publicamos la entrada en este blog titulada Sobre la dislexia de Leonardo, teníamos conocimiento de un artículo que defiende el punto de vista contrario, si bien, como no pudimos acceder al mismo para cotejarlo por aquél entonces, lo silenciamos, como hacemos habitualmente con todas aquellas fuentes que no tenemos ocasión de contrastar, sean del signo que sean. Se nos podrá acusar de muchas cosas a los editores de este blog, pero no de practicar la perpetuación del corre ve y dile o el copia y pega tan lamentablemente habitual en el ciberespacio.
Hoy vamos a hacer referencia a ese trabajo después de un minucioso análisis del mismo tras haber tenido acceso a dicho artículo gracias a los servicios de documentación de la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, habituales colaboradores nuestros y principales proveedores de los trabajos que aquí solemos citar y dar difusión.
El artículo científico en cuestión es Leonardo da Vinci, Omo Sanza Lettere: A Case of Surface Dysgraphia? de Giuseppe Sartori (Cogn Neuropsychol 1987; 4:1-10). Se trata de un análisis serio y riguroso en el que se analizan las manifiestas irregularidades en la escritura del genio del Renacimiento. Sartori analiza las posibles causas de la disgrafía de Leonardo de forma meticulosa. Desde las peculiaridades de la lengua toscana, gramaticalmente, en tiempos de Leonardo, hasta la posibilidad de que se tratase de un caso de dislexia o, más propiamente hablando, ya que no sabemos nada de su capacidad lectora, de un caso de disgrafía, para lo que compara los errores gramaticales de Leonardo con el de un caso actual de dislexia en un varón de 15 años. Además, Sartori compara los escritos de Leonardo con los de otros contemporáneos suyos, como es el caso de Miguel Ángel o Francesco Melzi, su discípulo, encontrando que los errores de Leonardo son mucho más frecuentes que los de estos otros autores. Curiosamente Miguel Ángel es otro artista que suele figurar en las listas de disléxicos famosos.
Los errores gramaticales de Leonardo más frecuentes son los que hacen referencia a la homofonía de las palabras, esto es, que suenan de igual modo que otra, pero que difieren en el significado. Para Sartori, esta es la principal prueba de la disgrafía de Leonardo. Y, efectivamente, es una característica importante de la dislexia, pero también de las personas con escasos estudios o poca práctica en la lectoescritura: se escribe como les suena.
Este es el punto crucial del debate sobre la presunta dislexia de Leonardo. Hace pocas entradas, hacíamos referencia a Sancho Panza y la dislexia y decíamos, a propósito de la definición de dislexia de la Federación Mundial de Neurología, que se trata de "un trastorno (preferimos desventaja) que se manifiesta por la dificultad para el aprendizaje de la lectura a pesar de una educación convencional, una adecuada inteligencia y oportunidades socioculturales.
De la infancia de Leonardo sabemos muy poco, pero sí sabemos que no tuvo la educación convencional de su época debido a su condición de hijo ilegítimo. Cuando Leonardo se refería a sí mismo, lo hacía en los términos de uomo senza lettere, un hombre sin letras, consciente de esa falta de aprendizaje que le hacía despreciar todo lo referente a la letra, como bien muestra en sus Aforismos. Como dijimos ya, quizás Leonardo fuese disléxico pero, sensu stricto, no tuvo la oportunidad de demostrárselo al mundo al no poder aplicársele la mayoría de las definiciones de dislexia existentes por las limitaciones que estas aportan.



Estatua de Leonardo en la Piazza della Scala de Milán.

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jueves, junio 17, 2010

El sueño que se convirtió en pesadilla

No vamos a cargar tintas sobre Alfonso Callejas, el Presidente de la Asociación Dislexia sin Barreras (DsB); si ahí sigue es por la anuencia de los socios. DsB es una Asociación con una gran masa social, pero una gran masa social inservible. Lo advertimos en su momento cuando, como miembro de la Junta por aquél entonces, hace ya algunos años, nos opusimos a la gratuidad para ser socio: eso solo iba a traer problemas, como así ha sido. Esa gran masa social inservible no es más que un lastre, un colectivo mayoritariamente interesado en el posible beneficio que se pueda obtener de la Asociación: descuentos, ayudas, etc., sin la más mínima implicación en el desarrollo y progreso de la misma. Urge cambiar las cosas si lo que se quiere es una Asociación que sea eso mismo, una asociación, una gran masa social capaz de cambiar el panorama actual de la dislexia y de las demás dificultades de aprendizaje, por el bien de nuestros niñ@s con dislexia, algo inviable hoy por hoy por la falta de implicación y compromiso de la gran mayoría de esa masa social inservible.
En las pasadas Navidades destapábamos un escándalo sin precedentes que no ha despertado el mayor interés para la mayoría de los socios de DsB. Sólo unos cuantos pidieron, escandalizados, unas explicaciones que nunca han sido dadas. Ahora se convoca una Asamblea Ordinaria como si no hubiera pasado nada, pero lo cierto es que esa convocatoria llega tarde, mal y nunca. Tarde porque ha pasado mucho tiempo, demasiado. Mal porque una Asamblea Ordinaria no es más que una continuidad de la misma chapucera ilegalidad existente, y Nunca porque esto no debiera haberse producido bajo ningún concepto. Somos escépticos en cuánto a que esto pueda reconducirse, aunque habrá que intentarlo.
Alfonso Callejas, diga lo que diga, no ha sido más que una torpe marioneta de quien estaba realmente interesado en la destrucción de la propia Asociación. Que DsB se hunda en la miseria favorece a los intereses de quien, o quienes, le pusieron ahí, después de haberse beneficiado de la Asociación: su inicial prestigio, su capacidad de obtener subvenciones, su listado de socios… Una vez exprimida y expropiada, la asociación no interesa y ¡quién mejor que Alfonso para terminar de hundirla en un profundo abismo del que es prácticamente imposible emerger! Quienes pusieron a Alfonso al frente de DsB sabían muy bien lo que se hacían. Bueno, el sueño que supuso crear algo para cambiar las cosas, la Ley Orgánica de Educación que contemplase las necesidades educativas de las dificultades de aprendizaje, se ha ido transformando en una especie de pesadilla de la que quizás, lo mejor, sea despertar y comprobar que la vida continúa y merece la pena seguir pero por otros derroteros muy distintos.
Nosotros seguiremos escribiendo sobre la dislexia: sobre lo que es y lo que no es; seguiremos peleándonos con el profesorado en relación a las dificultades de aprendizaje de nuestros pequeñ@s, pero lo haremos a nivel individual. Nos hemos llevado demasiados palos como para reivindicar a un colectivo desde el que nos han llovido esos mismos palos. A partir de ahora, ¡quien quiera peces que se moje el culo!

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jueves, junio 10, 2010

Sancho Panza y la dislexia

Por F. Martínez

Mi hija Helena, la autora de la Autobiografía que publicábamos hace algunas semanas, a fuerza de convivir con la dislexia de su hermana, ha desarrollado una gran habilidad para detectarla. En el trimestre pasado, en el intercambio que realizó en Toulouse, al día siguiente de su llegada a la familia donde tenía que convivir durante una semana, nos contaba que su francesita, Amelie, era disléxica. Y, efectivamente, resultó que Amelie es o tiene, dislexia, discalculia y disortografía.
Durante este último trimestre del curso ha tenido que leerse Don Quijote de la Mancha que, aunque en una versión adaptada de la Editorial Vicens Vives, no deja de ser un libro de tamaño respetable, aunque nada que ver con la famosa edición de Espasa Calpe que nos tocaba leer a nosotros a su edad.



Nos dejó sorprendidos el otro día cuando exclamó:

-¡Sancho es disléxico!

Al preguntarle cómo había llegado a esa conclusión, nos remitió a una serie de pasajes del libro que os transcribimos (del original, no de la versión adaptada)

(El Quijote 2ª parte, capítulo 3)

-Callad, Sancho -dijo don Quijote-, y no interrumpáis al señor bachiller, a quien suplico pase adelante en decirme lo que se dice de mí en la referida historia.
-Y de mí -dijo Sancho-, que también dicen que soy yo uno de los principales presonajes della.
-Personajes que no presonajes, Sancho amigo -dijo Sansón.
-¿Otro reprochador de voquibles tenemos? -dijo Sancho-. Pues ándense a eso, y no acabaremos en toda la vida.


(El Quijote 2ª parte, capítulo 19)

-¡Oh! Pues si no me entienden -respondió Sancho-, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates. Pero no importa: yo me entiendo, y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho; sino que vuesa merced, señor mío, siempre es friscal de mis dichos, y aun de mis hechos.
-Fiscal has de decir -dijo don Quijote-, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda.
-No se apunte vuestra merced conmigo -respondió Sancho-, pues sabe que no me he criado en la Corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. Sí, que, ¡válgame Dios!, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido.


(El Quijote 2ª parte, capítulo 68)

Cerró la noche, apresuraron el paso, creció en los dos presos el miedo, y más cuando oyeron que de cuando en cuando les decían:
-¡Caminad, trogloditas!
-¡Callad, bárbaros!
-¡Pagad, antropófagos!
-¡No os quejéis, scitas, ni abráis los ojos, Polifemos matadores, leones carniceros!
Y otros nombres semejantes a éstos, con que atormentaban los oídos de los miserables amo y mozo. Sancho iba diciendo entre sí:
-¿Nosotros tortolitas? ¿Nosotros barberos ni estropajos? ¿Nosotros perritas, a quien dicen cita, cita? No me contentan nada estos nombres: a mal viento va esta parva; todo el mal nos viene junto, como al perro los palos, y ¡ojalá parase en ellos lo que amenaza esta aventura tan desventurada!


Es cierto que Sancho es un prevaricador del buen lenguaje como dice Don Quijote, pero de ahí a decir que es disléxico, es mucho decir. Para nuestros hijos, criados en un entorno actual de enseñanza obligatoria, parece difícil entender que no ha sido siempre así. En la época de Cervantes, el acceso a la enseñanza era un verdadero privilegio y el entrañable Sancho Panza no sabía leer ni escribir como queda patente cuando don Quijote tuvo que escribirle la carta para el ama y la sobrina en la que le cedía los dos pollinos; pero sí que sabía firmar, pues en otro punto del libro dice: Bien sé firmar, que de chico aprendí a hacer unas letras como de marca de fardo, que decían que allí decía mi nombre.
El resultado puede llegar a ser muy similar entre la dislexia y el analfabetismo, como muy bien nos expone Ruth Rendell en La mujer de piedra:
Las gafas, sostenidas por Melinda entre el pulgar y el índice, colgaban entre las dos mujeres. Eunice no hizo intención de cogerlas. Trataba de pensar. ¿Qué podía hacer, cómo podía salir de aquello, qué escapatoria le quedaba? Desconcertada, Melinda bajó el brazo y, al hacerlo, miró de cerca los cristales de las gafas y vio que no estaban graduados. Sus ojos fueron al sonrojado rostro de Eunice, a su vacua mirada, y las piezas del rompecabezas que hasta entonces había sido inexplicable -el hecho de que nunca leyese un libro, ni mirase un periódico, ni dejara una nota, ni recibiera una carta- cayeron en su lugar. Casi en un susurro, preguntó:
– Miss Parchman, ¿es usted disléxica?
Eunice pensó vagamente que aquel debía de ser el nombre de alguna enfermedad de la vista.
– ¿Cómo? -preguntó, con una débil esperanza.
– Dispense. Quiero decir que no sabe usted leer, ¿no? No sabe leer ni escribir.


La película La ceremonia (La cérémonie, Claude Chabrol, 1995) es rigurosamente fiel a este pasaje que representa el desencadenante de un fatal desenlace.



En 1968, la Federación Mundial de Neurología propuso la siguiente definición de la dislexia del desarrollo: "Un trastorno que se manifiesta por la dificultad para el aprendizaje de la lectura a pesar de una educación convencional, una adecuada inteligencia y oportunidades socioculturales" (Critchley & Critchley, Dyslexia Defined, 1978), que, aunque no es perfecta, es una buena definición operativa.
Hemos resaltado deliberadamente lo de a pesar de una educación convencional porque, a menudo, se nos olvida, como a mi hija Helena al calificar a Sancho de disléxico.
Una persona sin letras (sin estudios), el omo sanza lettere como se refería a sí mismo Leonardo da Vinci, el gran autodidacta que no tuvo acceso a un aprendizaje convencional por ser hijo ilegítimo, no puede ser calificado de disléxico. Quizás lo sea, pero al no tener acceso a una educación convencional no ha tenido la oportunidad de demostrarlo.

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jueves, junio 03, 2010

Ser o Tener

Aunque pudiera parecer un híbrido de Ser o no ser (To Be or Not to Be, Ernst Lubitsch, 1942) y Tener y no tener (To Have and Have Not, Howard Hawks, 1944), lo cierto es que el título de este post no hace referencia a ninguna de esas dos maravillosas películas y, por extensión, a ninguna película en general. De hecho, hoy no vamos a tratar de cine.
Queremos retomar una antigua discrepancia semántica sobre si se es disléxico o se tiene dislexia. Ambas expresiones son correctas y están bien empleadas. Disléxico, como adjetivo, es una cualidad; la dislexia, como sustantivo, se tiene o no se tiene. Otra cosa distinta es la interpretación que hagamos del uso de la dislexia como adjetivo o como sustantivo.
Anita Pestaña, Presidenta de Dislecan, siempre nos riñe cuando hacemos uso del adjetivo: "Fulanito es disléxico". Sostiene que una persona no es sólo la dislexia que pueda tener, y es cierto. Pero de la misma forma que la altura no define a una persona, no decimos "Fulanito tiene altura", admitimos que "Fulanito es alto". La razón que aduce Anita para preferir tener a ser es la interpretación que pueda darle nuestro interlocutor. La dislexia para mucha gente todavía es una cosa rara, una enfermedad, una discapacidad, y decir que alguien es eso implica etiquetarle de todo eso.
Por otra parte tener dislexia puede interpretarse a algo que se ha adquirido recientemente "Fulanito tiene la gripe". Asociamos sin querer un concepto de temporalidad al verbo tener, tenemos algo en este momento, que no se lo damos al verbo ser. Se es desde siempre, desde el inicio de la existencia, algo perfectamente aplicable a la dislexia por su carácter congénito.
Como la dislexia no es ninguna cosa rara, no es una enfermedad, no es (per se) una discapacidad, a nosotros nos gusta hablar de ella por lo que es: una desventaja culturalmente impuesta, y por eso no tenemos inconveniente en decir "Fulanito es disléxico", independientemente de la interpretación que pueda darle algún descerebrado más allá de Ser o Tener.

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