Dislexia sin Complejos

jueves, marzo 19, 2009

Érase una vez un hormiguero

Por F. Martínez

Érase una vez un hormiguero en las proximidades de nuestra casa en medio del campo. El hormiguero ha sido, y es, objeto de frecuentes observaciones, ya sean entomológicas o de otra suerte, por parte de los integrantes de mi familia. Hace algún tiempo nos comprometimos a hablar de lo que vamos a hablar hoy, de hormigas y dislexia.
A principios de verano de 2005, me encontraba preparando una presentación para una charla divulgativa sobre la dislexia que me fue encomendada por la Asociación Dislexia sin Barreras. Se trataba de explicar qué es la dislexia. Lo que quería contar lo tenía claro: un reciente (entonces) trabajo del Dr. Franck Ramus, Neurobiology of dyslexia: a reinterpretation of the data (Trends in Neurosciences 2004; 27: 720-726) me facilitaba enormemente la labor.
Para poder entender lo que ocurre durante el desarrollo del Sistema Nervioso Central en el período embrionario es necesario explicar que las neuronas originadas en el primitivo tubo neural deben experimentar un proceso migratorio, a medida que se desarrolla el cerebro, hasta alcanzar la periferia del mismo y situarse en la corteza cerebral (sustancia gris).



Estos complejos procesos migratorios se producen en dos secuencias: una migración radial hasta la corteza cerebral; y una migración tangencial por la cual las neuronas se ubican en su localización definitiva en las diferentes capas que componen la corteza cerebral. Como sucede en todos los procesos migratorios celulares, entre millones de neuronas sujetas a dichos procesos, muchas de ellas no consiguen alcanzar su ubicación definitiva. Esto es lo que constituye una ectopia y que, en mayor o menor medida, afecta a algunos cientos o miles de neuronas en diferentes localizaciones de la corteza cerebral. Una ectopia (ver figura siguiente) representa un atrapamiento de neuronas que las va a hacer “silentes” desde un punto de vista funcional ya que dichas neuronas van a resultar incapaces de establecer mecanismos de conexión funcionales con otras neuronas.



El problema era cómo contarlo a personas que, obviamente, no están familiarizadas con la jerga científica ni con los nombres técnicos de las diferentes zonas del cerebro que se ven implicadas en la dislexia o las dificultades de la lecto-escritura. Nos encontrábamos en medio de estas cábalas cuando, mi hija pequeña, disléxica, me preguntó mientras observaba un hormiguero:

-Papá, ¿por qué las hormiguitas van en fila una detrás de otra?

Aquella pregunta me hizo recodar como aprobé la Neuroanatomía, cuando era estudiante de Medicina, gracias a las hormigas. Enfrente de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid se encuentra el Parque Norte, lugar donde algunos íbamos a estudiar, cuando hacía buen tiempo, en lugar de recurrir a la aburrida biblioteca. Teníamos examen de Neuroanatomía al día siguiente y había que aprenderse las vías de conexión de las diferentes zonas del cerebro. Aquello resultaba imposible; y aburrido. Me llamó la atención algo que se movía débilmente entre el césped, resultó ser el cadáver de un escarabajo intentando ser arrastrado por una hormiga. Tarea imposible debido al enorme tamaño del escarabajo en relación a la hormiga. Tras muchos intentos, la hormiga desistió y yo tuve que volver a mi libro.
Pero un buen rato después observé que el cadáver del escarabajo se movía finalmente en una dirección determinada. Ya no era una hormiga. En un instante comprendí que la hormiga había ido en busca de ayuda y eso me produjo de forma inmediata un esquema visual de la representación de las conexiones intercerebrales a base de hileras de hormiguitas llevando información de un lado a otro del cerebro. Esa representación visual me sirvió para aprobar al día siguiente el examen de Neuroanatomía y un buen ejemplo visual para explicar como se produce una ectopia.
De pequeños, todos hemos llevado a cabo el típico experimento de putear a las hormiguitas interrumpiendo su hilera por métodos más o menos sádicos.



¿Qué es lo que ocurre cuando interrumpimos la hilera de hormigas? En más o menos tiempo, según el método empleado, la hormigas vuelven a organizarse y reordenar la hilera, es decir, sortean el obstáculo.



Sin embargo, algunos que nos especializamos en el puteo de las hormiguitas cuando éramos pequeños, sabemos que hay situaciones en las que no se produce esa reorganización de la hilera, o esta tarda tanto en producirse, que se genera un verdadero atasco de hormigas.



Un ejemplo de cuando ocurre esto es cuando el jodío niño, ante una necesidad fisiológica, descubre que la hilera de hormigas se interrumpe por un tiempo prolongado al orinar sobre dicha hilera. ¿Por qué sucede esto? Las hormigas lo que hacen es establecer un rastro feromónico que se va incrementando cada vez más a medida que participan más hormigas. La hormiga reconoce el rastro y a su vez incrementa el rastro aportando al mismo su capital feromónico. La orina empobrece o anula dicho rastro, dejando a las hormiguitas incapaces de poder seguir la hilera al perder la referencia que tenían. El resultado es un atasco de hormigas que no saben lo que hacer.
El ejemplo es válido para la dislexia en lo referente a la formación de una ectopia por cuanto que, sobre el conocimiento que tenemos en la actualidad, los genes implicados en la dislexia codifican factores de regulación implicados en los procesos de migración neuronal. En determinados casos, la falta o la pobre expresión de alguno de estos factores dejaría a las neuronas afectadas como a las hormiguitas que han perdido su rastro feromónico, atascadas.

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